Narrativa para adultos

Literatura rosa para el verano
Una lectora nada común. Alan Bennet. Trad. Jaime Zulaika. Anagrama, Barcelona, 2008. 119 pp. 13 €
«Nunca
le había interesado mucho la lectura. Leía, por supuesto, como todo el
mundo, pero el gusto por los libros era algo que dejaba a los demás.
Era un hobby, y la naturaleza de su trabajo entrañaba no tener hobbies.
El jogging, cultivar rosas, el ajedrez o escalar, el aeromodelismo y
decorar tartas. No. Las aficiones suponían preferencias y había que
evitar las preferencias: excluían a la gente. No tenía preferencias. Su
trabajo consistía en mostrar interés, no en interesarse. Y además leer
no era hacer algo. Ella hacía cosas.»
Este es el punto desde el que parte la protagonista de esta deliciosa novela breve de Alan Bennett,
un autor muy…

Por en Para familias

Literatura rosa para el verano

Una lectora nada común. Alan Bennet. Trad. Jaime Zulaika. Anagrama, Barcelona, 2008. 119 pp. 13 €

«Nunca
le había interesado mucho la lectura. Leía, por supuesto, como todo el
mundo, pero el gusto por los libros era algo que dejaba a los demás.
Era un hobby, y la naturaleza de su trabajo entrañaba no tener hobbies.
El jogging, cultivar rosas, el ajedrez o escalar, el aeromodelismo y
decorar tartas. No. Las aficiones suponían preferencias y había que
evitar las preferencias: excluían a la gente. No tenía preferencias. Su
trabajo consistía en mostrar interés, no en interesarse. Y además leer
no era hacer algo. Ella hacía cosas.»
Este es el punto desde el que parte la protagonista de esta deliciosa novela breve de Alan Bennett,
un autor muy conocido en el Reino Unido como dramaturgo y guionista, y
en nuestro país conocido sobre todo por la adaptación cinematográfica
de su comedia The Madness of George III, bajo el título La locura del Rey Jorge.
Como dramaturgo, y también como novelista, Bennett es heredero de la comedia de costumbres a la inglesa. Sus personajes son parientes cercanos de los de Óscar Wilde, o de los de Noel Coward:
aristócratas asomados al abismo de su propia falta de sustancia. Sus
dos libros anteriores, publicados también por Anagrama, abundan en ese
sentido. El insípido y presumido matrimonio Ransome, protagonistas de Con lo puesto (2003) recuerdan con su actitud a los lores y ladies que abundan en los salones que retrata Wilde. Como la de su antecesor, la mirada de Bennett
es irónica y elegante, pero al mismo tiempo despiadada. Se preocupa por
mostrarnos la hipocresía, el absurdo que recorre algunas existencias
como si de una enorme grieta se tratara. En La ceremonia del masaje
hay también algo de eso, aunque la mirada era aquí más directa: ya no
es la aristocracia la que se encuentra en el punto de mira sino esa
otra elite —más absurda todavía— encumbrada en su vulgaridad por
caprichos de la fama. Cantantes, músicos, actores y hasta políticos
convierten el entierro de un masajista bisexual en un vodevil impúdico,
del que nadie escapa indemne. La ironía se vuelve sarcasmo y se aleja
de Wilde para acercarse a Wodehouse o incluso a Tom Sharpe. El humor británico de Bennett se quita los guantes y se embarra. Es inevitable, por cierto, recordar al leerlo la película Death At The Funeral (Un funeral de muerte), de Frank Oz, cuyos personajes podrían perfectamente formar parte de sus páginas.
En
esta tercera entrega del autor encontramos, sin duda, lo mejor de las
anteriores. Ahí está la ironía, la elegancia, pero también la acidez de
la sátira más mordaz. Un narrador medido, maduro, que despierta
sonrisas e incluso carcajadas y unos diálogos brillantes en los que la
Reina Isabel II es la absoluta protagonista. Una vez
más, el cine acude con sus referentes: difícil al leer esta novela,
para quien la haya visto, no tener en la cabeza The Queen, la estupenda película de Stephen Frears protagonizada por una Helen Mirren soberbia que parece un miembro más de la casa Windsor.
La soberana que retrata Bennett es menos sobria que la de Frears,
pero maravilla del mismo modo la capacidad de ambos de acercarse a un
personaje contemporáneo de tal relevancia —y vivo, para más inri— y ser
capaces de ofrecer un retrato tierno, fiel —por lo menos en
apariencia—, irónico pero no exento de crítica. Es inevitable
preguntarse si la verdadera Isabel II habrá leído
esta novela o visto aquélla película, y qué opinión tendrá sobre ambos.
Del mismo modo, parece lógico preguntarse qué ocurriría si en España
alguien intentara una proeza semejante con Juan Carlos I.
La historia que cuenta Una lectora nada común
es la del común de los lectores. Sólo tiene de insólito su
protagonista. En una visita a la biblioteca ambulante que se ha
instalado en los jardines de su palaciuo, y llevada por la astucia de
un bibliotecario ocasional, la mismísima Reina de Inglaterra se siente
en la obligación de leer un libro que le han prestado. Lo hace, como
todo en su vida, por profundo sentido del deber: si el bibliotecario le
presta un libro, lo menos que puede hacer es dar cuenta de él. Aunque
la Reina no cuenta con la capacidad de seducción de la Literatura. Y
ese primer libro despierta en ella el placer de la lectura, como a
veces ocurre. De ese libro pasa a otro, y a un tercero, y a otro más,
hasta que descubre que la lectura es una casa enorme que puede recorrer
con asombro y pasión.
Aunque ello, claro, tiene un precio. El primer
damnificado de la nueva afición de la Reina es el duque de Edimburgo,
su marido, quien de pronto tiene que sufrir algunas rarezas de su
esposa: que vaya en el carruaje oficial leyendo sin descanso mientras
finge saludar a la plebe. O que de pronto encuentre insípidos y
cargados de tópicos los discursos de inauguración de Parlamento que
debe pronunciar cada año. Que de pronto encuentre cargante su agenda
rebosante de actos oficiales que no le dejan ni un día libre para leer.
Por no hablar de los viajes, a los que ya no va la soberana sin llevar
su caja de libros y su consejero en materia de lecturas. Hay nuevas
costumbres de la Reina que son realmente engorrosas. En las recepciones
oficiales le pregunta a todo el mundo qué esta leyendo. Lo mismo hace
con el primer ministro, al que le presta libros y luego le interroga
sobre ellos. Incluso llega a causar un problema diplomático con Francia
después de poner en un apuro al Ministro de Cultura galo al preguntarle
por Jean Genet.
La novela explica la fascinación
de un lector —cualquiera de nosotros— por los libros, a la vez que nos
hace testigos de un proceso de aprendizaje. Un aprendizaje, obvio es
decirlo, que va mucho más allá del mero saber enciclopédico y que
incide en la propia concepción del mundo, en la capacidad de asombro,
en el nivel de conocimiento de uno mismo y de la naturaleza humana. Al
leer, la Reina cambia de un modo tan profundo como inapreciable a
primera vista. Se vuelve mejor persona. También más escéptica. Casi al
final de la novela afirma: «No pones la vida en los libros. Encuentras
la vida en ellos.»
Pero hay mucho más en esta novelita de Bennett.
Hay sabiduría en el modo de tratar a todos los personajes, desde los
intrigantes consejeros hasta el anodino amanuense al que la Reina
nombra su lector de confianza. Y, por supuesto, en la protagonista, qué
maravilloso personaje. Hay inteligencia en el debate que la historia de
la soberana inglesa pone sobre la mesa: cuáles son los límites del
poder real, qué tiene que ver la Literatura —la Cultura— con el poder,
qué es lo que nos hace sentirnos inferiores a otros, qué papel juegan
las elites culturales en la sociedad, qué consecuencias puede acarrear
el nivel de vulgarización de las clases dirigentes…
Cuando leo un
libro como éste, en que la inteligencia y el humor están ligados a la
perfección, me dan ganas de hacer dos cosas. La primera es devorar toda
la obra anterior del autor. Un impulso que, por fortuna, en este caso
es fácil de cumplir, por lo menos en parte —las piezas teatrales no
están traducidas al castellano, como tampoco sus diarios, titulados Writing Home—.
La segunda es invitar al autor a cenar. Me gusta pensar qué cocinaría
para una ocasión así. Algo sencillo o sofisticado. El vino sería tinto,
eso seguro. Y luego habría té —inevitable— y conversación. En realidad,
todo lo demás sería un mero pretexto. En fin.
Care Santos. http://latormentaenunvaso.blogspot.com 21 de junio 2008

 

 

Animales muy leídos

Con
motivo de la selección de Animales realizada para los lectores
infantiles y juveniles en nuestra Kiricoteca, os recomendamos aquí a
los adultos tres historias protagonizadas por animales. Y no os dejéis
engañar por la apariencia infantil de algunos libros publicados en
formato de álbum ilustrado, porque no son historias para pequeños.

Portada

Zorro. Margaret Wild. Ron Brooks, il. Caracas (Venezuela): Ekaré, 2005. ISBN: 980-257-314-0

“Por
el bosque calcinado, sobre la ceniza caliente corre Perro con
Urraca…” Con estas palabras comienza esta fábula en tono
contemporáneo de gran fuerza pictórica, que transcurre entre ambientes
naturales. Los protagonistas de la historia: Perro, Urraca y Zorro dan
cuenta de una historia sobre la amistad, la lealtad y la traición. La
trama alcanza por momentos una fuerte tensión que acapara por completo
la atención del lector, invitándolo a pasar a la siguiente página casi
sin respiro. La  perfecta armonía entre texto e ilustración plasma el
trabajo compartido que llevan desde hace varios años los autores. El
uso del color, de los  primeros planos de los personajes en el que
destacan los ojos, los silencios,  hacen que estemos ante una obra
artística que impacta en nuestros sentidos de una manera sencilla pero
significativa. Zorro es una historia de gran valor literario y
estético, tanto para niños como para adultos.
 
Selma 
Selma. Jutta Bauer. Madrid: Los cuatro azules, 2008. ISBN: 978-84-936292-2-9
Para
saber qué es la felicidad, hay que hablar con Selma. Ella responderá
como sabe, tranquilamente. La vida es algo sencillo, dice Selma, y la
felicidad también. Pequeños ritos que parecen insignificantes conforman
su existencia apacible. con trazos esquemáticos y burlones, fondos
diluidos y muchas lecturas posibles, Selma nos regala una lección de
vida. Ver opiniones sobre este libro aquí.
 

Firmin: aventuras de una alimaña urbana.Sam Savage. Editorial Seix Barral. ISBN: 9788432228247

Un relato de humor negro sobre el exilio de una rata, un amor no correspondido y el poder de la literatura.


Nacido en una pequeña librería en un decadente barrio de Boston, Firmin
aprende a leer digiriendo su nido hecho de un libro cortado a tiras.
Pero rápidamente comprende que una rata culta es una rata solitaria.
Marginada de su familia, busca la amistad de su héroe, el librero, y de
un escritor de ciencia ficción fracasado. A través de una serie de
desventuras, Firmin es presa de su propia alma creativa, un lugar donde
Ginger Rogers puede abrazarle fuerte y donde los libros roídos y las
ratas acabadas pueden encontrar a alguien que las adore. A medida que
Firmin navega por las calles sombrías en busca de amor y comprensión,
su soledad y su miedo se tornan humanos e irremediablemente
conmovedores. Original de una manera brillante y llena de alegorías, Firmin está repleta de encanto y de añoranza por un mundo que entiende el poder redentor de la literatura.