Extremadura lee poco y mira mucho

En Gales hay un pueblecito llamado Hoy-on-Wye que tiene menos de 2.000 habitantes y 40 librerías, la densidad más alta del mundo en tiendas de libros. En España hay una región fronteriza, Extremadura, cuyas amas de casa son las que más televisión ven del país: 268 minutos, casi cuatro horas y media al día (datos de agosto).En esa región, en La Frontera, no hay una gran cantidad de librerías, aunque sí de libros: sus bibliotecas tienen entre 3.000 y 4.000 volúmenes por cada mil habitantes, densidad equivalente a la que se da en Cataluña o el País Vasco. Pero en esas regiones las amas de casa ven la tele 214 y 194 minutos cada día y les debe de quedar…

Por en Para libreros

En Gales hay un pueblecito llamado Hoy-on-Wye que tiene menos de 2.000 habitantes y 40 librerías, la densidad más alta del mundo en tiendas de libros. En España hay una región fronteriza, Extremadura, cuyas amas de casa son las que más televisión ven del país: 268 minutos, casi cuatro horas y media al día (datos de agosto).

En esa región, en La Frontera, no hay una gran cantidad de librerías, aunque sí de libros: sus bibliotecas tienen entre 3.000 y 4.000 volúmenes por cada mil habitantes, densidad equivalente a la que se da en Cataluña o el País Vasco. Pero en esas regiones las amas de casa ven la tele 214 y 194 minutos cada día y les debe de quedar más tiempo para leer.

Bertrand Russell, gran teórico de la felicidad, aconseja que, para ser dichosos, es mejor fijar la atención en objetos externos, no en el yo ni en las circunstancias personales porque los disgustos más destructivos son los que nacen del disgusto por uno mismo. En ese sentido, la televisión, también llamada caja tonta por su capacidad para espantar el pensamiento y narcotizar fijando la atención en lo exterior, representaría lo que el profesor Díaz Nosty, catedrático de Comunicación de la Complutense, llama cultura feliz.

Pocos diarios

En La Frontera se leen pocos periódicos y se ve mucha tele. Según el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2004, sólo el 28,6% de los extremeños leía diariamente la prensa (41,1% es la media española). Únicamente en Castilla La Mancha, con el 25,7%, se leían menos periódicos que en Extremadura. De nuevo mucho ver y poco leer.

En España, el consumo televisivo desciende porque los jóvenes dedican cada vez más tiempo al ordenador: son la generación de las pantallas, los 'screenagers'. Pero ese proceso se está produciendo en La Frontera con más lentitud que en el resto del país, donde en el 47% de los hogares hay un ordenador personal, mientras que en Extremadura el porcentaje está en el 34%. Resulta curioso que en cuestión de lectores de prensa y en ordenadores las distancias coincidan: estamos a 13 puntos de la media nacional.

Esta situación podría llevar a la melancolía a los ciudadanos críticos de La Frontera. Para evitar la desazón deben aferrarse a un dato: Extremadura se comporta en sus hábitos culturales de la misma manera que el resto de la España meridional. El sur ve más la tele y el norte lee más los periódicos. El sur se fija en lo externo y conforma lo que Díaz Nosty llama la España de 'esa gente tan divertida' y el norte prefiere la introspección de la lectura, la reflexión crítica y el peligro del disgusto autodestructivo.

Andalucía, Canarias, Ceuta, Melilla, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana, Murcia y Extremadura están por debajo de la media nacional de lectura de prensa. Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Madrid, Navarra, País Vasco y La Rioja están por encima de esa media.

En España, cada día hay 15 millones de lectores de periódicos. De ellos, sólo cuatro viven en el sur, donde, por el contrario, más del 90% de la población dedica cada día 221 minutos a ver la televisión. Con estos datos, es lógico que los programadores de televisión diseñen sus productos pensando en ese ama de casa de Badajoz, Mérida, Plasencia o Cáceres que se pasa más de cuatro horas diarias ante la tele.

El profesor Díaz Nosty me contaba hace unos meses en Mérida que los estrategas de las cadenas programan pensando en el espectador sureño de Sevilla, de Murcia o de La Frontera, a sabiendas de que si consiguen atraer a una parte sustancial de los 16 millones de televidentes del Sur, habrán triunfado. Para hacerlo, se aferran al único valor colectivo nacional que hoy por hoy identifica a todas las autonomías, que no es la idea colectiva de España, ni los proyectos en común de la nación, sino el mundo rosa y farandulero, preocupación esencial de 'esa gente tan divertida' que lee poco y mira mucho.