«España ha pasado del analfabetismo a la tecnología sin recorrido intermedio» (César Combarros – Tribuna de Salamanca)

Entre aquel primer trabajo en prácticas en Alianza Editorial -«una compañía que entonces representaba la cultura divulgativa de este país»- y la actualidad -como directora de La Esfera de los Libros-, queda una trayectoria sin par en entidades como Alfaguara o Planeta, donde ejerció como directora general durante veinte años. En esta entrevista concedida a Ical, la editora burgalesa analiza los pormenores de su oficio, se confiesa partidaria de las nuevas tecnologías y repasa el estado del mundo del libro en España. A los 21 años comenzó en Alianza Editorial, donde poco después ejercía de jefa de promoción de libros universitarios. ¿Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la edición? Empecé estudiando Periodismo y pensaba dedicarme a ello, pero casualmente…

Por en Para libreros

Entre aquel primer trabajo en prácticas en Alianza Editorial -«una compañía que entonces representaba la cultura divulgativa de este país»- y la actualidad -como directora de La Esfera de los Libros-, queda una trayectoria sin par en entidades como Alfaguara o Planeta, donde ejerció como directora general durante veinte años. En esta entrevista concedida a Ical, la editora burgalesa analiza los pormenores de su oficio, se confiesa partidaria de las nuevas tecnologías y repasa el estado del mundo del libro en España. A los 21 años comenzó en Alianza Editorial, donde poco después ejercía de jefa de promoción de libros universitarios. ¿Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la edición? Empecé estudiando Periodismo y pensaba dedicarme a ello, pero casualmente entré a hacer un trabajo de prácticas porque ese verano necesitaba dinero y me quedé a trabajar en la edición. En aquella época, el director editorial de Alianza era Javier Pradera, para mí uno de los mejores editores de este país; me dijo: «Has entrado en un oficio del que te va a resultar muy difícil escapar», y tenía razón. Quería dedicarme al Periodismo pero acabé con los libros, que han sido la gran pasión de mi vida. ¿De dónde surgió su afición por la literatura? El germen fue entrar en la edición, un mundo que me fascinó. Esa pasión siempre había estado ahí, porque pertenezco a la generación de los libros y, como la mayoría de los jóvenes de la época, era una lectora insaciable. Alianza era entonces una editorial que representaba la cultura divulgativa de este país, y posteriormente entré en Alfaguara; a partir de ahí fui ligando todas las editoriales. Llama la atención que no haya escrito nunca. Una vez que entras en este mundo te das cuenta de lo difícil que es escribir bien. Es complicado y una vez que has adquirido una cultura editorial sientes más vértigo al intentar ponerte a escribir. Se va creando una zanja que resulta imposible de saltar. No escribo y sé que lo haría fatal. ¿Qué cualidades debe reunir un buen editor? Lo primero, una gran curiosidad por la cultura y por lo que pasa en el mundo; también es imprescindible una especie de criterio intuitivo y estético de amor por la letra impresa, sin el cual este negocio es muy difícil. Además, debe tener una gran capacidad de sacrificio e interesarse por los autores, por las personas que escriben, porque son ellos quienes tienen que despertar tu pasión y curiosidad. Yo creo que ésos son los aspectos más importantes para este negocio, junto con el olfato, claro, para saber qué es lo que le puede interesar a la gente. ¿Cuál es la parte más ingrata de este trabajo para usted? Creo que la parte más complicada es siempre rechazar libros. El autor pone su ilusión en lo que ha escrito y le va la vida en ello, por eso descartar un original me parece muy delicado. El hecho de que no lo vayas a editar no significa que el libro sea malo, sino que quizá no encaja en tu línea. También tienes que tener capacidad de sufrir, porque es un trabajo en el que tienes que saber ser generoso, y nunca debes creerte nada, porque los protagonistas son los autores, no los editores. Además, hay que tener capacidad de aguantar, porque los autores tienen su proceso creativo y se retrasan, llegan las fechas de entrega y el texto no está… En fin, es un oficio bonito pero complicado, sin duda. ¿Ha cambiado mucho la labor del editor con las nuevas tecnologías? Muchísimo. Creo que están cambiando incluso los criterios editoriales; la no ficción es un área de la edición en la que mucho de lo que antes se publicaba queda ahora cubierto por Internet. Por ejemplo, si ahora necesitas información sobre la dislexia puedes buscarla en la red y encontrarás muchísima, sin necesidad de gastarte dinero en un libro sobre ello. Del mismo modo la red ha traído los fenómenos globales de un impacto tan increíble como ‘El código Da Vinci', y facilita el trabajo de márketing. A mí me fascinan las nuevas tecnologías y creo que los editores tenemos que aliarnos con ellas, en lugar de verlas como enemigos. Cuando apareció la televisión la gente también pensó que se iba a dejar de leer. ¿Cree que existe alguna posibilidad de que en Europa se estandarice el libro electrónico? Sí, estoy convencida de que va a llegar, si no es ahora dentro de quince años, porque todavía no se ha encontrado la tecnología idónea, pero lo hará. Eso no significa que se vaya a dejar de vender libros en papel, también desapareció el barco de vela y se sigue vendiendo tela para los barcos en las embarcaciones recreativas. La gente va a seguir comprando libros siempre, porque el libro cuenta con una gran ventaja: que tiene hardware y software en sí mismo, y a la gente le gusta tocar el libro. Cada día escuchamos noticias de las terribles caídas de ventas de la música y los vídeos, sin embargo yo creo que el libro va a sobrevivir en ese sentido. Si aparece el libro electrónico, lo que tendremos que hacer los editores es reconvertir parte de nuestros contenidos al formato electrónico. Hay que aliarse con las nuevas tecnologías y no pensar que van a acabar con nuestro negocio; mira el caso de Apple, que ha sabido ver muy bien el cambio en el mercado musical y han conseguido que se vuelvan a vender derechos de música. El índice de lectura en España ha pasado del 40 al 57,4% en el último lustro. ¿Los profesionales deben sentirse satisfechos o seguir pensando que en otros países hay desde hace años el 70%? España ha tenido un serio problema: ha pasado prácticamente del analfabetismo a la tecnología sin ningún tipo de recorrido intermedio. La incorporación de la mujer a la lectura ha sido muy importante y ha determinado mucho los gustos literarios, pero España puede seguir avanzando más en ese sentido. Hay nuevos tipos de población y la inmigración va a contribuir muchísimo a diversificar los gustos por la lectura y el tipo de libro a editar. Si hay demanda hay que cubrirla, y en el mundo del libro ocurrirá lo mismo. Yo creo que la lectura en España va a seguir creciendo contra lo que pensamos, aunque es cierto que cada vez existe menos tiempo para el ocio, porque existen más posibilidades. ¿Cree que el libro goza de buena salud en España? Los editores nos estamos quejando siempre. Yo creo que somos como los agricultores, que siempre piensan que hace mal tiempo. El libro atraviesa un momento difícil, hay que reconocerlo; sigue siendo un oficio muy artesanal, pero a la vez estamos en un momento en el que hay que saber ver por dónde van a ir las cosas; convertirnos en editores de contenidos es el gran reto.