Cierra la librería Lepanto de Zaragoza tras 58 años de historia (Mariano García – El Heraldo)

Y pidió una obra concreta. "Es que he perdido la memoria, ¿sabe?, y quiero recuperarla leyéndolo", dijo. José Fernández Mediano, el librero, no se inmutó. Encontró el título que andaba buscando el cliente, lo envolvió y lo cobró. Pero se entretuvo hablando con él. Y, al final, tuvo que salir corriendo a la calle. Porque aquel hombre que quería recobrar la memoria leyendo… ¡se había ido y había olvidado el libro en el mostrador! Ésta es una de las anécdotas que recuerdan ahora Pepa y Curro Fernández, hijos del librero, mientras pasean la mirada con nostalgia, y un punto de tristeza, por las estanterías vacías. Porque José Fernández Mediano falleció en febrero pasado, sus hijos tienen orientada su carrera profesional por…

Por en Para libreros

Y pidió una obra concreta. "Es que he perdido la memoria, ¿sabe?, y quiero recuperarla leyéndolo", dijo. José Fernández Mediano, el librero, no se inmutó. Encontró el título que andaba buscando el cliente, lo envolvió y lo cobró. Pero se entretuvo hablando con él. Y, al final, tuvo que salir corriendo a la calle. Porque aquel hombre que quería recobrar la memoria leyendo… ¡se había ido y había olvidado el libro en el mostrador! Ésta es una de las anécdotas que recuerdan ahora Pepa y Curro Fernández, hijos del librero, mientras pasean la mirada con nostalgia, y un punto de tristeza, por las estanterías vacías. Porque José Fernández Mediano falleció en febrero pasado, sus hijos tienen orientada su carrera profesional por caminos diferentes al de la librería, y Lepanto va a cerrar este mes. "Mi padre amaba los libros con locura. La librería nació con él y muere con él", se emociona Pepa Fernández.

Desaparece así una de las librerías zaragozanas con más historia y sabor. Clásica entre las clásicas, es uno de los últimos exponentes de una manera especial de concebir el negocio librero. Por ella ha pasado toda la ciudad. La escritora Soledad Puértolas, ayer, lamentaba especialmente la desaparición. "Cuando oigo la palabra librería la imagen que me viene a la cabeza es la Lepanto -aseguraba-. Para mí era la librería, la primera en la que entré en mi vida. ¡Era tan bonita! Tenía un encanto especial y mucho carácter. El librero era muy amigo de mis padres. Hace tres o cuatro años, durante una de mis visitas a Zaragoza, entré y lo saludé. Era una persona encantadora y me emocioné hablando con él. Lamenté su muerte, y lamento ahora el cierre de la librería, aunque quizá sea un signo de los tiempos. Todas las cosas valiosas acaban por desaparecer".

Las famosas tertulias
La Lepanto era una creación personal de José Fernández Mediano (Calatayud, 1916-Zaragoza, 2006), un licenciado en Derecho que, aún muy joven, dejó las leyes por su gran pasión: los libros. En el 48 abrió la librería, con Palmiro Argárate como dependiente, y muy pronto el local empezó a poblarse de tertulianos de variada condición: historiadores, escritores, poetas… desde Ildefonso-Manuel Gil a Rafael Olaechea o José María Cabodevilla. Incluso el peneuvista Xabier Arzallus confesaba no hace mucho que, en su etapa zaragozana, había sido uno de los fijos en las tertulias de la librería Lepanto.

"Las tertulias empezaron casi con la librería y se han mantenido hasta hace bien poco -recordaba ayer Curro Fernández-. Muchas veces eran tertulias informales, sin fecha fija, que se creaban tras la entrada de algún amigo o cliente".

Lepanto nació como librería generalista pero en los últimos años, al hilo de las transformaciones en el sector, se había especializado en libros de texto, manuales para opositores, militaria, temas ferroviarios y guías de viaje.

"Lepanto ha tenido una clientela fantástica -asegura Pepa Fernández-. Muchos clientes han hecho clientes a sus propios hijos, y éstos, a su vez, a los suyos". Aparte de las tertulias, otra de las señas de identidad de la librería ha sido el "ex libris" que figuraba pegado en cada ejemplar que se vendía allí, y cuya imagen figura también en las vidrieras de la librería. Ex libris que, hoy, contemplan con nostalgia muchos zaragozanos, como la propia Soledad Puértolas. Ahora, la librería está saldando todos sus fondos, escasos ya, con el objetivo de cerrar sus puertas definitivamente a lo largo de este mes. Las estanterías de la Lepanto se están quedando tristemente vacías.