Los libreros no están allí solo para venderte la última novedad sino para escuchar qué quieres.

Ana Cristina Herreros (Ana Griot) Nació en León y su abuela callaba cuentos. Así que pronto aprendió a escuchar el silencio y a querer a los que no tienen voz, a los que no cuentan. Tanto que, años después y ya emigrante en Madrid, se puso a hacer una tesis doctoral sobre la literatura de […]

Por en Escritores, Uncategorized

Ana Cristina Herreros (Ana Griot)

Nació en León y su abuela callaba cuentos. Así que pronto aprendió a escuchar el silencio y a querer a los que no tienen voz, a los que no cuentan. Tanto que, años después y ya emigrante en Madrid, se puso a hacer una tesis doctoral sobre la literatura de los que ni escriben ni leen. Y así, investigando en la tradición oral, fue a dar en 1992 con la narración oral.  Y empezó a contar con bebés, con niños y niñas, con jóvenes, con adultos y adultas, con presos, con locos, con jubilados, con maestras, con bibliotecarias, y hasta con sordociegos, en teatros, en colegios, en bibliotecas, en bebetecas, en cafés, en parques y plazas. Y desde hace más de veinte años no calla. Luego, la voz se le llenó de tinta y comenzó a escribir: Cuentos populares del Mediterráneo, Libro de monstruos españoles, Libro de brujas españolas, La asombrosa y verdadera historia de un ratón llamado Pérez y Geografía mágica. El último, como le sucede con los amores, es su preferido: Cuentos populares de la Madre Muerte se llama. Todos ellos publicados en Ediciones Siruela. La han traducido al catalán, al francés y al mexicano. También codirige una colección de la Biblioteca de Cuentos Populares (en Ediciones Siruela). Ay, si su abuela levantara la cabeza…

libro de brujasmiedomosntruos

Kirico: ¿Tienes una librería favorita a la que visitas con frecuencia?
Ana Cristina: Tengo más de una librería favorita, y sobre todo tengo libreras favoritas: Lola, de la librería Rafael Alberti; Clara y Zoe, de La Mar de Letras; Zaida, de Liberespacio; Elena, de la Librería Mujeres. Por mencionar solo las de Madrid, pero en cada capital de provincia tengo mi librera y mi librería. Y las visito con bastante frecuencia, como se visita a una amiga de la infancia, con la certeza de que allí estarán siempre, para compartir pasiones
Krico: ¿Qué tiene esta librería de especial?
Ana Cristina: La gente que está allí, atendiendo a lo que necesitas, recomendándote uno de esos libros que te mantendrán desvelada días y días y que no querrás que se acabe, compartiendo lecturas. La gente que no está allí solo para venderte la última novedad sino para escuchar qué quieres y para servir de puente a ese camino que es el libro.
Kirico: ¿Qué le pides a un buen librero o librera?
Ana Cristina: Que ame lo que hace, porque alguien que no ama difícilmente puede enamorar. Y a mí me gusta que enamoren.
Kirico: ¿Compras libros en otros lugares que no sean una librería? ¿Dónde? ¿Por qué?
Ana Cristina: Solo compro en librerías. Nunca compro en grandes superficies. Aunque a veces compro en librerías virtuales como Amazon o Iberlibro, o directamente a las editoriales, pero solo cuando no voy a poder encontrar el libro en una librería: libros en otras lenguas, libros descatalogados, ensayos publicados por universidades, que no tienen una buena distribución… Cuando busco sin saber qué quiero comprar, voy a una librería a ver a la librera. Y cuando no encuentro ni siquiera en internet el libro que busco, también voy a la librera, porque ella suele saber dónde encontrarlo.
Kirico:¿Qué echas de menos en las librerías?
Ana Cristina: Los lectores. Cada vez hay menos gente en las librerías. Por eso comienzan a proliferar las librerías que ofrecen algo más que libros: un bar donde tomarte una cerveza y charlar en otros idiomas o de libros, actividades de animación con niños y con adultos, otros productos que pueden servir de regalos o están vinculados con los libros (películas, muñecos…).
Kirico: Recomiéndanos un libro que descubrieras en una librería
Ana Cristina: Juego de cartas, de Max Aub. Es en realidad una baraja de naipes españoles y en el dorso hay una carta. Hay que descubrir, leyendo aleatoriamente las cartas, quién era el protagonista de la historia y cómo ha muerto.