Cuatro autores hablan de literatura infantil

Veinte mil leguas de lecturas para niños
Cuatro autores debaten sobre la situación de la literatura infantil y juvenil
Xosé Neira y Fernando Marías en la librería La mar de letrasComo
Pulgarcito en un mundo de gigantes, la literatura infantil y juvenil
sobrevive con éxito en un mercado editorial de grandes dimensiones.
Clásicos, transgresores, divertidos, sin palabras…. las letras
menudas se crecen en estas navidades y abordan las estanterías de las
librerías con sus mejores armas: calidad y respeto por los lectores
infantiles y juveniles. El Cultural ha reunido a los escritores
Fernando Marías, César Mallorquí, Santiago García y Xosé Neira para
reflexionar sobre la situación de este género, sus amenazas, sus
virtudes y diagnosticar su estado de salud. Además, el crítico Gustavo
Puerta Leisse selecciona veintiún libros imprescindibles que no
decepcionarán ni…

Por en Para familias

Veinte mil leguas de lecturas para niños
Cuatro autores debaten sobre la situación de la literatura infantil y juvenil

Xosé Neira y Fernando Marías en la librería La mar de letrasComo
Pulgarcito en un mundo de gigantes, la literatura infantil y juvenil
sobrevive con éxito en un mercado editorial de grandes dimensiones.
Clásicos, transgresores, divertidos, sin palabras…. las letras
menudas se crecen en estas navidades y abordan las estanterías de las
librerías con sus mejores armas: calidad y respeto por los lectores
infantiles y juveniles. El Cultural ha reunido a los escritores
Fernando Marías, César Mallorquí, Santiago García y Xosé Neira para
reflexionar sobre la situación de este género, sus amenazas, sus
virtudes y diagnosticar su estado de salud. Además, el crítico Gustavo
Puerta Leisse selecciona veintiún libros imprescindibles que no
decepcionarán ni a jóvenes ni adultos. Su garantía: el amor por la
buena literatura.

 

En la isla de la literatura infantil y
juvenil, los escritores Fernando Marías, Xosé Neira, Santiago García y
César Mallorquí custodian un tesoro: la escritura de calidad. Cada uno
ha llegado por su propio camino, pero con las credenciales necesarias:
Xosé Neira ha cultivado el intimismo en obras como El armiño duerme (S.M.); César Mallorquí, como buen heredero de su padre, el creador de El Coyote, ha construido obras como La cruz de El Dorado
(Edebé) sobre la base de las novelas decimonónicas de aventuras.
Fernando Marías ha obtenido el Premio Nacional de Literatura Infantil y
Juvenil con El cielo abajo (Anaya) y Santiago García ha convertido la época medieval en caldo de bestseller en El ejército negro (S.M.).

-Las
cifras de ventas y edición pronostican un buen estado de salud de la
literatura infantil y juvenil (LIJ). ¿Confirman el diagnóstico?
-Fernando
Marías: Sí. Se escriben y editan muchos libros, y según tengo entendido
también se venden. Aunque, como en la literatura convencional, hay
quien vende mucho (unos pocos) y quien no vende nada o menos (la
mayoría).
-César Mallorquí: Goza de excelente salud, y no sólo
desde el punto de vista de las ventas, sino también desde criterios
literarios, porque cada vez hay más y mejores autores. Esto se debe en
gran medida a la labor de promoción de la lectura que actualmente
realizan muchos colegios e institutos. La afición a la lectura no puede
imponerse; hay que seducir al joven lector.
-Xosé Neira: Ofrece, con
regularidad, muestras de buena salud. Hay algunos escritores
interesantes, ilustradores excelentes, editores exigentes, pocos
críticos -lamentablemente- pero los que lo son suelen tener detrás un
gran lector. Sin triunfalismos, estamos ante un ámbito de nuestra
literatura que sabe mantener un nivel digno de calidad.
-Santiago
García: Cada día se venden más libros juveniles. Pero esa buena salud
es fruto de un largo trabajo en el que han intervenido muchas personas
y entidades, tanto públicas como privadas. No es un fenómeno surgido
por arte de magia.

-¿Cómo afectan y qué aportan a la LIJ fenómenos como Harry Potter o las Memorias de Idhún de Laura Gallego?
-F.M: Estos fenómenos crean lectores. Otra cosa es que esos lectores luego pasen a libros y autores nuevos.
-C.M:
Cualquier obra que haga leer a la gente es positiva. Eso no quiere
decir que todos los que lean esos libros se convertirán en lectores. El
márketing aplicado a la venta de libros me parece bien, pues sirve para
que la literatura se expanda a través de los medios. Pero el marketing
aplicado a la creación literaria es un desastre.
-X.N: Creo que la buena literatura nada tiene que ver con esos fenómenos de masas y merchandising,
lo cual tampoco quiere decir que algunos libros que se mueven dentro de
esos parámetros sean necesariamente malos. Los ejemplos citados han
ganado lectores, han sacado un poco más de la invisibilidad a la LIJ.
-S.
G.: Lo que Laura Gallego ha hecho para la expansión de la lectura entre
el público joven merecería un reconocimiento institucional. El
márketing ha llegado muy tarde al mundo de la lectura juvenil. El merchandising
sirve para impulsar la venta, pero los libros se venden porque son
buenas obras. Son los lectores los que deciden si un libro es bueno o
malo; el merchandising ayuda a que las obras se conozcan mejor.

La madurez de la novela infantil
-¿Hasta
qué punto la frontera entre literatura infantil y juvenil y literatura
para adultos es (o no) artificial? ¿Qué es lo que define a la LIJ?
-F.M:
La frontera es difusa. Mis libros juveniles no profundizan en las
oscuridades del alma, llamémoslas así, cosa que sí hago en las novelas
convencionales. Tal vez ésa sería la diferencia. Muchos lectores y
algún editor me han dicho que Cielo abajo podría haberse editado para adultos, pero yo pienso que le falta esa oscuridad.
-C.M.:
La literatura infantil es un género muy difícil, pues un buen relato
infantil debe gustarle también a un adulto y eso es complicado. En
cuanto a la literatura juvenil… me parece que es una ficción
editorial. A partir de los catorce años, una persona puede leer
prácticamente cualquier cosa. Prueba de ello es que en las colecciones
de literatura juvenil abundan obras que jamás fueron concebidas sólo
para jóvenes.
-X.N.: En literatura las fronteras suelen resultar
artificiales porque van en contra de algo consustancial a la
literatura: la libertad. En el caso de la literatura juvenil establecer
fronteras con respecto a la literatura para adultos resulta todavía más
arriesgado, aunque exista propiamente un subgénero juvenil, con una
dialéctica propia, pero que no atañe a todo lo que se escribe y puede
interesar a un joven.
-S.G.: Yo creo que la literatura juvenil se
está haciendo más adulta, mientras que la lectura adulta se está
infantilizando. La mayoría de las novelas históricas de moda tiene un
esquema muy similar a las novelas de Julio Verne. Un esquema apropiado
para jóvenes. Los escritores actuales no escriben como antes y han
orientado sus relatos hacia un estilo más cercano a la imagen, con un
lenguaje más joven. En la literatura infantil y juvenil hay ahora más
títulos que tratan temas sociales que en la literatura adulta.

-¿Se puede hablar de renovación e incluso vanguardia en la LIJ?
-F.M.: No podría decirlo. Habría que preguntárselo a los editores, o a los críticos.
-C.M.:
Lo que hay es una evolución. Antes, la literatura juvenil tendía a ser
simplista, como si fuera una mera prolongación de la infantil. Ahora se
tiende a una mayor complejidad narrativa y a un tono más maduro. Una
buena novela juvenil debe gustarle también a un adulto.
-X.N.: Se
puede hablar de experiencias innovadoras y de lo dificil que resulta
abrir nuevos caminos simplemente porque no se espera que tengas que
hacerlo con un libro infantil o juvenil.
-S.G.: Esa renovación se
reconoce en nombres como Laura Gallego, Ruiz Zafón, Alfredo Gómez
Cerdá, María Menéndez, Sierra i Fabra… Los autores de vanguardia se
reconocen fácilmente porque son los que los jóvenes lectores compran y
leen. Esta literatura de vanguardia es la que les apasiona y la que ha
conseguido el milagro de que, en nuestro país, pasen cosas que hasta
ahora solo sucedían en otros países europeos.

-¿Qué criterios siguen los editores de LIJ?
-F.M.:
Vender, pero también la calidad. Hay editores de infantil y juvenil
excelentes, como Antonio Ventura, al que cito porque he trabajado mucho
con él y puedo decirlo.
-C.M.: Los criterios son Harry Potter y El señor de los anillos.
-X.N.:
Conozco a editores obsesionados con la calidad. Y también editores
obsesionados con las ventas, con los temas transversales que permitan
colar un libro en las prescripciones escolares.
-S.G.: Lo que les ha
obsesionado siempre: publicar buenos libros. La editoriales no venden
más por haber bajado el nivel de exigencia (y volvemos al caso de Laura
Gallego, o Ruiz Zafón), venden más precisamente por haberlo subido. Hay
un interés en acusar a las editoriales de querer hacer best sellers,
pero los hechos demuestran que esos best sellers tienen una gran
calidad literaria. Habría que acabar con esa falsa premisa de que una
obra juvenil que se vende bien es sospechosa.

-¿Qué peligros amenazan a la LIJ desde dentro y desde fuera?
– F.M.: Lo peor es cuando el escritor trata al lector joven como si fuera un marciano. Y no creo que el sector esté amenazado.
-C.M.:
Dos son los vicios de la LIJ: el didactismo y lo políticamente
correcto. Sostener que la literatura juvenil debe ser una herramienta
al servicio de la "formación" del menor es torpedear su condición
literaria. Otro problema es lo políticamente correcto. Hay temas que
una novela juvenil no puede tocar, y si los toca ha de ser con guante
blanco. Es como si nuestros hijos fueran unos gilipollas a los que hay
que mantener alejados de la realidad ofreciéndoles un mundo tipo
Disneylandia. Ése es el principal problema, aunque en realidad afecta a
toda nuestra cultura.
-X.N: Un verdadero peligro es reducir la
creación literaria a un ejercicio con fines estrictamente educativos.
Creer que la LIJ debe ser un coto de obras bien intencionadas,
políticamente correctas, mesuradas, supone reducir la LIJ a lo que
muchos de los detractores de este ámbito siempre han señalado, y a
veces no sin falta de razón.
-S.G.: No creo que existan amenazas por
parte de los escritores, editores, libreros o del mundo académico.
Muchos decían que los jóvenes no leían, y ahora que se descubre que
leen se dice que lo que leen no es bueno.

-¿Cómo se forma el criterio de lectura de un joven?
-F.M.: No obligándole a leer el Quijote
contra su voluntad. Recuerdo un instituto en el que probé, el año
pasado, a ver qué pasaba si empezaba la charla diciendo: no voy a decir
una palabra del Quijote. Lo hice, y me ovacionaron. La lectura debe ser algo deseado, no impuesto.
-C.M.:
El criterio de lectura de un joven se lo formará él mismo, como hemos
hecho todos. ¿Se puede ayudar al joven en este proceso de exploración?
Claro: recomendándole buenos libros y haciéndole ver que el objetivo de
la literatura, como decía Borges, es el placer.
-X.N.: Con la
lectura y con la presencia de una política cultural que dinamice la
biblioteca o la librería como espacio de encuentro con el placer
lector, que convierta a las escuelas en espacios para la lectura, y que
siembre en las familias el valor de que leer es algo importante.
-S.G.:
Ellos deben elegir el tipo de lectura que desean y nadie debería
criticarles por leer historias de fantasía o de cualquier otro género.
Mucha gente cree que los jóvenes son incapaces de elegir buenas obras
cuando, en realidad, están dando un lección a los adultos sobre los
hábitos de lectura. Conozco a muchos chavales que a los doce años han
leído más libros que sus padres.

-¿Qué papel juegan los profesores y los padres?
-F.M.: Esencial. Son ellos quienes pueden hacer que la lectura se vuelva objeto de deseo.
-C.M.:
El papel de los profesores es vital, pues en sus manos está convertir
la literatura en un coñazo o en una fascinación. En general están
llevando a cabo una labor espléndida. En cuanto a los padres… si son
lectores, están dándoles a sus hijos lo mejor: el ejemplo. Pero en
torno al cuarenta por ciento de la población no coge un libro ni para
calzar una mesa, así que ¿cómo van a fomentar la lectura si no son
lectores?
-X.N.: El papel de los padres y de los profesores es
fundamental, pero también de los bibliotecarios, de los libreros, de
los abuelos es fundamental. Sin olvidar que la experiencia lectora es
una opción voluntaria y es una vivencia personal: un encuentro de uno
consigo mismo y con el libro.

-¿Qué puede hacer un autor de LIJ para no perder lectores jóvenes y para ganarlos?
-F.M.: Nada. Uno tiene que escribir las novelas que le salen de dentro. Si venden bien, y si no también.
-C.M.: Tenemos que respetar su inteligencia y escribir novelas apasionantes.
-X.N.:
Un autor debe escribir buenas historias, sabiendo que unas llegarán a
unos lectores y que otras llamarán la atención de otros.
-S.G.:
Les ayudamos a crecer con nuestras historias y les acompañamos en el
proceso de crecimiento. Son como hijos a los que ayudamos a
independizarse.

– Vuestro libro preferido….
-F.M.: Drácula, Frankenstein y Doctor Jeckyl & Mister Hyde. Un libro ideal para crear lectores es El sueño de Africa, de Javier Reverte.
-C.M. La isla del tesoro, de Stevenson, y El guardián entre el centeno, de Salinger.
-X.N.:Las
obras de Roald Dahl, Rodari, Gloria Sánchez, Fina Casalderrey,
Andersen, Ende, Ana María Matute, Nesquens, Lobel, Carroll y algunos
más.
-S.G.: El guardián entre el centeno.

Itzíar DE FRANCISCO

En: El Cultural de EL MUNDO. Diciembre, 2006